lunes, 6 de diciembre de 2010

Necesidad

La noche cubre con su delicada figura femenina el cielo. Las estrellas honestas, con su fulgor, iluminan esta tristeza. No estás, Claudia, no estás, y eso me duele. Nunca estarás para mí, nunca he de encontrar la fisonomía que más me gusta. Peor, nunca me corresponderás. Ni a este frenesí que se desata cuando te veo en la academia, amor mío. La noche silenciosa avanza. Y llega la madrugada a enfermar mis penas. Mis pensamientos lloran. Y las perlas que se desvarían como una tentadora forma de irse muriendo con lágrimas se encausan a provocarme la más exagerada tristeza. Quisiera estrecharte con frenesí amoroso, besarte hasta herirme, tocarte hasta morir. Te ves bella cuando te dejas llenar de nostalgias. Si te importa, te escribe otro que también vive de nostalgia y que tuvo la nostalgia mucho antes de infectarse de recuerdos. Y esos recuerdos son los que tú regalas. Necesito demasiado de ti. Tal vez la doctora Villa dirá que es una de mis obsesiones; lo dudo, eres más que eso. Eres una necesidad absoluta. Y a la vez eres un lujo.
Te adoro, Claudia, te amo, te necesito. Qué parcas palabras las mías que no saben reflejar la sinceridad de mis sentimientos en su totalidad. Sólo puedo darte una delicada copia de lo que en mi interior crece como una enfermedad. Y ya no sé si eres real. O en qué momento de mi imaginación te realizaste y te independizaste de mis ideas. Necesito de tus palabras, son mi combustible para resistir. ¡Te necesito! Eres una ilusión repentina, algo que se realiza como un posible, pero termina siendo una alternativa de la realidad. Pero eso no perjudica lo joven y bonita que eres. Y la tristeza…
Y esa sonrisa es el reflejo de lo que vendrá. Y esos ojos los imposibles que sueño tener.
Y esa boca los versos que deseo componer. Y ese cabello entre mis dedos poderlos adorar. Luces como si hubiera visto un serafín volar por tu preciosa ciudad. Y ese lunarcito otra vez que atrapa las atenciones. Y esos ojos grandes... Tienes quién te diga calla, no llores, palomita... Un llanto no se parece al otro... El mío es más subjetivo, el tuyo me lo imagino, por tus nostalgias, más lejano cada vez. Y eso me alegra. No te ausentes... Ni si quiera cuando decidas iniciar algo, con alguien. Sólo te pido que no te olvides de mí porque me destrozaría perderte. Es que sabes el truco de saber hacerte necesitar.