sábado, 7 de junio de 2008

Sonriente pensativa

A quien se lo dedico, sabe perfectamente
que se lo dedico a ella...
Tristeza y Soledad

Qué bella que estás, sonriente pensativa;
espero los recreos para verte y enloquecer.
Todos mis gustos se proyectan en ti;
y espero las salidas de clase para conversar contigo
un poco, sonriente pensativa.

Qué provocativa que me pareces,
de seguro ya lo sabes, diva excitante.
Esa cola es el fruto más exquisito,
y esos senos, pequeños, mi disfrute total.
Quisiera raptarte una noche y hacerte mía en un telo,
y, si puedes, pasamos la noche juntos
en el auto de papá.

Hemos pasado tanto tiempo a solas,
aprendimos a no vivir separados.
Existe una afinidad entre los dos,
"Sácame de esra tortura, o déjame en la nada
-lo dijiste cuando no quise pedir perdón aquella vez-,
pero de una vez rompe tu silencio".
"Por tu bien, es mejor alejarnos un tiempo".

"Una desoladora tristeza, un desencanto inútil.
Te extraño. Esta distancia es una tontería.
Tuve una novia, pero no pude olvidarte.
Ahora tengo otra pareja, me quiere mucho,
pero no le puedo corresponder, no la merezco,
no soy para ella, sino para ti, sonriente pensativa"

Ha pasado tanto tiempo, quisiera verte.
Estoy dispuesto a replantear mi vida a tu lado.
Dejo atrás todo, me olvido de dolores y distancias...
Si me das otra oportunidad, me invento
una vida apacible y perfecta como la que te hubiese dado,
si te quedabas conmigo, si tus padres me aceptaban
como lo aceptan a tu nuevo enamorado, sonriente pensativa.

Dos sonetos: uno de amor; él otro tétrico.

Iguales en tantas cosas




A Claudia, saber que existes me tranquiliza




Tú, dama prohíbida y elevada;
yo, extranjero en tu cielo absoluto.
Tú, ángel con el ala izquierda quebrada;
yo, un tonto, un ingenuo disoluto.

Tú, lágrima de una tristeza ausente;
yo, noche que te embriaga dulce y lenta.
Tú, reina entre toda la gente,
mis aromas; yo, tu peor vestimenta.

Yo, marido huérfano de mujer;
tú, sola como la soledad misma,
tan callada, cúspide de mi prisma.

Yo, tu alivio y sin ganas de perder
tu beldad descreída. Reina de diosas.
Nosotros: iguales en tantas cosas.


Añoranza de tus noches







A Jael, efusivo deseo del cual surgen visiones





Tú, religión; yo profano.
Tú sueñas con el mar; yo felizmente
casado. Tú me tiendes la mano.
Yo, insoportable, recibo sonriente

ese paraíso terrible, infierno triste.
Yo en busca de un buen psiquiátra;
tú, aprendiendo a consevir el mar, diste
gran parte de ti: fui tu peor Sinatra.

Tú, enfermedad que ya no tiene cura.
Yo libro prohíbido, novio sin novia,
triste como una pena que se agovia,

Tú aliviaste lo peor de mi locura.
Yo, esquizoide, cristiano, sin abrigo
que de noche añora recaer contigo.