jueves, 14 de julio de 2011

Extraño (Primera parte)

Te extraño cuando se acerca la noche con su desidia a oscurecer mi melancolía. Te extraño cuando palpita mi corazón por algún deseo inconcluso. Y te veo todavía limpiando mis heridas para siempre, llorando, y suplicándome que no me haga daño porque te lastimo: ese es el recuerdo más doloso y tierno que tengo de ti. Te extraño porque te llevaste tanto de mí contigo; te extraño porque dejaste mucho de ti entre mis dedos. Te extraño cuando florecen los amores, o llega la lluvia a corregir mi dicción con su dramático chac-chac. Te extraño cuando me siento a fumar un cigarrillo, y el humo como si fuese una seda forma en el aire algo que se asemeja un corazón partido. Te extraño porque se me agotan los días. Te extraño porque extraño tus besos con su cálido licorque embadurnaba mis huesos de pasión y locura; te extraño porque ya nadie me ha vuelto a decir que soy un tozudo y debería aprender a escuchar; te extraño cuando me afeito, porque ya no hay razón segura y mediata para hacerlo. Te extraño porque mi cama es inmensa, y ruedo y ruedo y ruedo y ruedo y no consigo caerme para despertar de una vez de esta tristeza. Te extraño porque es un efecto secundario de la tristeza que se disipa. Te extraño porque mis ideales no tienen miedo. Te extraño porque soy perseverante y todavía sueño con tu delicada mano en mi cabeza diciéndome: "Ya, ya, mañana las cosas saldrán mejor".

No hay comentarios: