(I)
Un momento de nostalgia
Para la señorita J.
Voy a tratar de inventarte en mi cabeza
y en lo que queda de mi corazón,
quizá la última vez que nos quisimos un poco:
“Estás allí tú, tendida en la cama
en la misma posición de ayer,
bajo los mismos rayos de luz.
Cubiertos tus pies por sábanas blancas
descansan cual monumentos de mármol.
Pero tu sonrisa va perdiéndose,
y van cambiando tus labios por otros labios
que esperan recibir mis tórridos besos,
y estos se aproximan más a los tuyos…
Estás, ahora, sentada
un poco despeinada y bostezando.
Aunque no estés muy diáfana
yo te invento en mis pensamientos
y en lo que queda de mi lánguido corazón.
Te estoy inventando nostálgicamente.
Te despiertas con rocío en el pecho
y el aroma a miel de la habitación
se impregna en tus cabellos;
la púrpura de la almohada
cobija tus caderas. Tu cintura.
La blancura de las sabanas
te cubre del ombligo a los pies.
Estás desnuda. Lo sé.
Yo también lo estoy a tu lado, ¿no lo ves?
Te echas en la cama y me sonríes
como sonreías ayer por la tarde.
Estás desarropada, ¡arrópate!
No vaya ser que nos resfriemos
O… mejor calentémonos los dos.
Tu sonrisa perdida volvió.
Tus luceros se cierran mientras te beso.
Que las sábanas se ocupen de cubrirme
porque en esta noche te cubro yo…”
Una lágrima incurrió en mi imaginación.
Lo siento, pero ya no te pueden inventar más.
(II)
A un ladrón
Dedicado a un tal Diego Vallejos
Hace unos meses…
Hace unos meses llegó un ladrón a mi vida, que me la destruiría
y se llevaría todo para mí. Me quitaría lo más preciado.
Este ladrón, este desgraciado, me robó tantas cosas en una
y asesinó ilusiones, destrozó mis dos corazones…
Un ladrón sodomita me quitaría tantos momentos felices.
Desgraciado ladrón e infeliz algún día te harán lo que me hiciste a mí.
Ahora el ladrón infame está feliz con lo que me robó;
me robó algo tan preciado. El sabía que la quería, pero eso ni le importó,
eso, por el contrario, lo animaría a que me robe a mi gran amor…
Para qué te la llevas tú, si yo la hacía feliz,
si reíamos juntos mientras lo hacíamos.
Pérfido, ladrón, sodomita te romperán el alma así como rompiste la mía.
Te presentaste en nuestras vidas como un amigo (de ella).
Te ganaste su confianza y yo confiaba en sus palabras.
Bazofia de ladrón te la llevaste, me la robaste y no luché,
ahora que más la necesito es cuando tu más quieres a tu motín.
Ojalá no te pase lo que a mí, porque no sabes cuánto duele.
Ladrón sodomita, hijo de cortesana te aborrezco tanto como amo
a lo que me robaste, a tu motín…
Sé que finges ser feliz con ella y, en serio, sé feliz (por el momento lo eres);
si Dios existe, te hará pagar cada lágrima que derramé.
¿Por qué me tuviste que robar a mí?
Tú bien sabías que la quería y tú dices quererla ahora…
te apuesto que ni siquiera la amas como yo la amé tantas veces.
Ladrón sodomita, hijo de cortesana,
podrás ser feliz con tu motín. Sélo.
Podrás tomar de ella lo que quieras y tómalo…
podrás tener, ahora, sus besos, sus dedos, sus labios, sus caricias,
sus perlas, sus ojos, su cuerpo… pero ella jamás te volverá a dar
lo que me dio a mí hace un tiempo, antes de que llegaras a nuestras vidas.
Este ladrón, este desgraciado, me robó tantas cosas en una
y asesinó ilusiones, destrozó mis dos corazones…
Un ladrón sodomita me quitaría tantos momentos felices.
Desgraciado ladrón e infeliz algún día te harán lo que me hiciste a mí.
Ahora el ladrón infame está feliz con lo que me robó;
me robó algo tan preciado. El sabía que la quería, pero eso ni le importó,
eso, por el contrario, lo animaría a que me robe a mi gran amor…
Para qué te la llevas tú, si yo la hacía feliz,
si reíamos juntos mientras lo hacíamos.
Pérfido, ladrón, sodomita te romperán el alma así como rompiste la mía.
Te presentaste en nuestras vidas como un amigo (de ella).
Te ganaste su confianza y yo confiaba en sus palabras.
Bazofia de ladrón te la llevaste, me la robaste y no luché,
ahora que más la necesito es cuando tu más quieres a tu motín.
Ojalá no te pase lo que a mí, porque no sabes cuánto duele.
Ladrón sodomita, hijo de cortesana te aborrezco tanto como amo
a lo que me robaste, a tu motín…
Sé que finges ser feliz con ella y, en serio, sé feliz (por el momento lo eres);
si Dios existe, te hará pagar cada lágrima que derramé.
¿Por qué me tuviste que robar a mí?
Tú bien sabías que la quería y tú dices quererla ahora…
te apuesto que ni siquiera la amas como yo la amé tantas veces.
Ladrón sodomita, hijo de cortesana,
podrás ser feliz con tu motín. Sélo.
Podrás tomar de ella lo que quieras y tómalo…
podrás tener, ahora, sus besos, sus dedos, sus labios, sus caricias,
sus perlas, sus ojos, su cuerpo… pero ella jamás te volverá a dar
lo que me dio a mí hace un tiempo, antes de que llegaras a nuestras vidas.
No, no ladrón, no lo tendrás, y éste será tu pesar, tu dolor:
que yo, que sí la quiero, lo haya tomado y tú que dices quererla no.
Ésa es justicia no divina, ladrón,
quizá ella ya no vuelva conmigo nunca,
y quizá siga contigo mucho tiempo, pero jamás, en dos vidas,
tendrás lo que yo tomé alguna vez, ése puede ser mi consuelo,
sin embargo no lo es, pero es tu pesar, a cualquier ladrón le dolería.
que yo, que sí la quiero, lo haya tomado y tú que dices quererla no.
Ésa es justicia no divina, ladrón,
quizá ella ya no vuelva conmigo nunca,
y quizá siga contigo mucho tiempo, pero jamás, en dos vidas,
tendrás lo que yo tomé alguna vez, ése puede ser mi consuelo,
sin embargo no lo es, pero es tu pesar, a cualquier ladrón le dolería.
Ladrón me la quitaste sin honor,
se enamoró de ti, sí, pero jamás tomarás de ella
lo que yo tomé de sus labios y de su piel, con amor.
2 comentarios:
.)
escribeme a mi! zi kon redundanzia i todo!
Publicar un comentario